Hoy cumplirías 65 años papá, el primero lejos de vos. Donde en lugar de darte un regalo y abrazarte, tengo que conforme con visitar una tumba y dejarte Flores…



Mi vida sin vos


Como cuesta seguir con la vida después de una pérdida grande…

Más allá del vínculo, no es lo mismo perder a un amigo, un tío, un abuelo (Pasé por todos esos estadíos)… No es lo mismo que perder a los padres o a los hijos. En este caso, mi gran golpe, fue la pérdida de mi padre.

Trascendimos una vida dura, caminamos muchas rutas en familia, fueron varios los momentos de dolor, pero los buenos tiempos, que probablemente fueron escasos, superaron los malos. La vida de alguna forma, cada tanto tomaba equilibrio. Por ahí está relacionado con el dicho “Una de cal y una de arena”. Nunca entendía cuál de las dos es la buena, en fin, me quedo solo con el dicho, como algo anecdótico y adaptado de alguna forma a esta vida que se envuelve en diferentes matices casi constantemente.

Fuimos muy unidos, muchos opinan que demasiado, puede que tengan razón, yo no me arrepiento de eso.

Me enseñaste mucho, viviste el doble de lo que yo viví (32 contra 64), eso es indicio seguro de que algo (mucho más que yo) sabías. Más allá de lo que el resto pueda decir o juzgarte. Con defectos y con virtudes, de todo eso aprendí. Con tu vida aprendí a vivir yo, a elegir un rumbo diferente. Algunas veces te escuché, otras hice oídos sordos. Tuviste razón infinidad de veces y otras tantas le erraste bastante… ¿A quién no le pasa? Si todos nos creemos dueños de la verdad, justos y firmes en nuestros actos, con aires de “Yo actúo y hago todo bien” y siempre pifiamos tanto, ¿No?

Cuando me decías, tal o cual no es buena gente, yo me enojaba, y terminabas teniendo razón… Esta se dice amiga, pero es falluta (Usabas mucho el término falluto) y hoy no te lo puedo decir porque no estás, pero te vuelvo a dar la razón. Hay mucha gente hipócrita dando vueltas. Demasiadas personas con esas características viejo. Cuantas veces debería haberte escuchado un poquito más papi. En este caso pifié yo, mucho y muchas veces… Es mejor estar acompañada de pocos y buenos, que rodeada de mucho e hipócritas, porque terminás en un círculo donde ni siquiera existen los valores morales, porque el hipócrita y el que va por atrás, no tiene valores, porque los pierden al faltar a su propia palabra, fallando a los demás, por ende a si mismos.

Me inculcaste muchas cosas, me enseñaste unas tantas más… No me olvido tus enseñanzas ni los tiempos compartidos. Recuerdo que me enseñaste a jugar al futbol y al tennis, igual me superabas, vos si que sabías de deporte. Al principio le destruía los vidrios del patio al abuelo, creo que fueron los momentos en que más rápido subí las escaleras para refugiarme detrás de tus piernas. Y cuando me enseñaste a nadar??? Desde chiquita en las piletas del Hotel Imos de Carlos Paz… después te animaste y me metiste a nadar en el mar, te tenías confianza y yo te la tenía a vos también. A los 11 años me subiste al 147 y me empezaste a enseñar a manejar. Me llevabas al club cuando hacía deporte y vos eras mi única tribuna, nadie más que vos. Los paseos con vos eran divertidísimos. Me enseñaste a jugar al pool y al metegol, ganamos juntos vos y yo, como dupla, el torneo de pool de Quequén, en una de las tantas vacaciones que compartimos. “Dos potencias se saludan” me decías cuando me abrazabas. Extraño tanto tus abrazos. Tu contención. Extraño las charlas con vos, las bromas. Cocinar con vos, que lío hacíamos pero que bien la pasábamos. Extraño mucho tus palabras de aliento. En los peores momentos, aunque no hubiera una salida cercana o una posible solución inmediata, vos me afirmabas, con seguridad que “ya iba a pasar todo”. Y aunque yo sabía que eras medio tiro al aire, te creía, porque me generabas seguridad, me sentía de alguna manera protegida, escuchada, importante para alguien que era muy importante para mi. ¿Quién me va a decir ahora “Lala estoy orgulloso de vos”? Si, vos eras quien mirabas más mis virtudes que mis defectos…? Vos me incentivabas a más. Me hacías creer que podía llegar más lejos. No me marcabas errores constantemente. Y cuando lo hacías, rematabas la charla diciendo; - Yo te lo digo porque también lo viví.

Y si, mucha gente habló mal de vos, de afuera son todos sabios… Acordate de todas las cagadas que se mandó tu viejo también, no lo pongas en un pedestal porque está muerto. De afuera todos la ven clarísima, porque justamente no miran para adentro, juzgan, que es más sencillo. Yo arreglé cuentas con vos en VIDA, hice todo lo que pude para acompañarte y mas también, vos hiciste mucho por mi también, mas allá de todos los pesares o los malos momentos, fuiste vos quien siempre estuviste a mi lado, nadie mas que vos, por eso creo que los que hablan, solo ven lo malo de la historia, porque de puertas para adentro, ellos no saben NADA. Eso, los que opinan no lo miden, porque tirarle más tierra encima a un muerto es muy fácil, porque no tenés como defenderte. Pero yo estoy viva y mientras viva yo voy a defender tu nombre porque vos sos mi viejo, seguís siendo mi viejo y no voy a permitir que hablen mal de vos. De haber sido diferente, las cosas te las habrían dicho en vida, pero eso requiere mucho coraje, mucha honestidad y valentía, previo eso, hacer una mea culpa de cómo es cada uno… Porque escupir al otro es fácil, pero atragantarse con las propias flemas no creo que sea tan placentero.

Que mal me acostumbraste viejo. Extraño las veces que me llevabas en el auto a la parada del colectivo para que no tomara frío o hasta el subte para que no caminara tanto, y aunque te sintieras cansado lo hacías. Si llovía me levantabas donde fuera para que no me enfermara. Te esforzabas por contenerme, aunque no pudieras darme respuestas o soluciones. Me abrías la puerta del auto. Me tapabas de noche después de una crisis de Asma y te movías por donde fuera, para comprar remedios o lograr que yo mejorara. Mamá estuvo siempre ausente en esos detalles importantes, pero vos no. Vos estabas ahí, sin reproches. Me acompañabas a hacer las compras, hasta que dejaste de caminar. Pasábamos tanto tiempo juntos que hoy no tenerte duele aún más. Que mal me acostumbraste viejito. Cuando voy por la calle y siento que emana por una ventana olor a tostadas recuerdo nuestras meriendas de casi todos los días… Lala, te hice tostadas me decías. Y entre charlas y a veces hasta alguna que otra discusión, compartíamos un tiempo, vos y yo, padre e hija. También te acercabas a la esquina con las perras para esperarme, compartimos siempre la locura y el amor por los animales, así que eso nos unía más aún.

Mi vida sin vos se hace cuesta arriba, porque me hacés mucha falta papá. Nadie es reemplazable, pueden entrar muchas buenas personas en mi vida, formaré mi familia, que ya estoy en eso, seguramente tendré hijos, pero tu amor me va a hacer falta siempre. Tu contención, tus palabras, tu voz ronca, cada gesto, cada abrazo, todo eso que me dabas ya no va a estar y no me queda otra que tratar de aceptar tu ausencia y guardar en lo mas profundo de mi corazón los mejores recuerdos, los buenos momentos, tu crianza, que prácticamente lo hiciste sin ayuda de mamá. Me quedo con lo bueno. Me quedo con lo mejor de vos, lo malo ya pasó.

A mi me une LA VIDA con vos, no la muerte. La muerte fue una circunstancia “Ley de la vida” como dicen muchos, y se que es así. La muerte me separó físicamente de vos. En cambio, la vida me dio la hermosa posibilidad de AMARTE, así que a vos me une la VIDA papi.



Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra, que el Señor tu Dios te da. Efesios 6:2